Hoy me gustaría compartir con vosotros una gran lección que me dio mi hermano hace varios años.

Vivimos en constante movimiento. Nuestra vida está cambiando a cada segundo. Quizá no somos conscientes, pero al echar la vista atrás, nos damos cuenta.

No podemos, ni debemos, aferrarnos al presente. Lo que hoy nos parece inmejorable, siempre puede ir a mejor. Y lo que no nos gusta, puedo convertirse en algo indispensable. Es por ello por lo que tenemos que centrarnos en vivir el presente y no dar vueltas a lo que pudo o lo que podría ser. El mundo está en movimiento, y nosotros con él.